Los alimentos imperfectos contra el desperdicio

       Los productos naturales son aquellos que han sido elaborados solamente con ingredientes como plantas, minerales y frutas. Están libres de ingredientes sintéticos, artificiales o de aditivos. Estos productos se consideran alimentos orgánicos cuando son cultivados sin pesticidas artificiales, fertilizantes o herbicidas. Los vegetales, carnes, lácteos, aceites y demás alimentos orgánicos, se obtienen de plantaciones libres de tóxicos y de animales que se alimentan con comida natural y no se les administran hormonas o antibióticos.  El producto final está libre de transgénicos y plaguicidas u otros añadidos químicos o artificiales. Además, si este producto se enmarca en un entorno verde y proviene de un sistema de producción medioambientalmente respetuoso se considera alimento ecológico. Lo que se traduce en ahorro de energía, en el no uso de pesticidas, tener un buen manejo de desechos o controlar la emisión de gases entre otras cosas.

      Antaño se cultivaba una amplia gama de variedades con el fin de asegurar la cosecha, ya que así podía garantizar la producción bajo condiciones climáticas diversas. Como ejemplo de ello, es el tomate “de telaraña”. Desgraciadamente, la tendencia actual en nuestro país, se dirige hacia la preponderancia de solo unas pocas variedades comerciales. Esta tendencia trae consigo una pérdida de biodiversidad, representada por nuestras variedades tradicionales, además de la oportunidad de conseguir un desarrollo rural justo y equitativo para nuestros pueblos a través de la puesta en valor de nuestros productos.

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      El tomate “de telaraña” es una de las variedades más peculiares de esta especie. Estos tomates se recolectan en junio-julio cuando la mata aún está verde. Se arranca la mata y se cuelgan del techo (preferentemente de madera). Con el paso del tiempo se va creando una tela de araña alrededor de ellos que hace que se conserven en perfecto estado durante todo un año. ¿No es acaso increíble? Una telaraña que permite una conservación del fruto por más de 10 meses y que sólo aparece en esta variedad concreta.

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      Cada vez son más los supermercados e hipermercados que se suman a la iniciativa de comercializar alimentos imperfectos, como por ejemplo las frutas y verduras que no entran en los estándares de mercado que determinan tamaño, color, forma u otros condicionantes exigidos por las reglas del mercado. Las preferencias por los productos varían dependiendo de si el consumidor está en un supermercado o en casa, y en función del tipo de imperfección que tenga el alimento. Los valores personales influyen en la compra, tienen más predisposición a comprar alimentos imperfectos aquellas personas concienciadas y comprometidas con la sostenibilidad y el medio ambiente.

      Un dato incómodo para la industria alimentaria, distribución y consumidores: entre el 20% y el 40% de las frutas y verduras que se producen en Europa se tiran antes de llegar a las tiendas por motivos estéticos. Varias cadenas extranjeras han puesto en marcha iniciativas para reducir el desperdicio alimentario y aprovechar los productos hortofrutícolas ‘poco atractivos’; es decir, aquellos que no cumplen los estándares de tamaño, color, forma u otros condicionantes dictados por el mercado pero que son perfectamente aptos para consumo humano.

      Esta pequeña información solo sirve para ilustrar un panorama desolador en el que, cada día, estamos perdiendo conocimientos, saberes tradicionales y bienes ligados con el material genético (variedades) que podrían tener la clave para solucionar algunos de los problemas que tenemos hoy en día o, por qué no, la cura a alguna enfermedad. Además, los alimentos considerados imperfectos se deben comercializar a un precio justo y concordante al tipo de tara. No se puede aplicar el mismo descuento a un producto próximo a caducar que a una fruta o verdura considerada imperfecta. Es necesario concienciar al consumidor y cambiar su percepción sobre los alimentos que no cumplen los estándares de mercado, enseñándoles que la apariencia no altera ni el sabor ni las propiedades saludables como son las cualidades organolépticas, la frescura y los valores nutricionales del alimento.