La evolución del agua de nuestro pueblo

     En la fecha del 25 de mayo de 1935 en Casar de Cáceres, aparece por primera vez, la preocupación por dotar a la población de la suficiente cantidad de agua potable con las debidas condiciones higiénicas conforme a la moderna tendencia sanitaria. Por aquellos entonces la población constaba de 6.000 habitantes que por 1,8 litros al día, supone pensar en un depósito que al menos contenga 10.000 litros de agua. Si se hace uno con capacidad de 30.000 litros, se tendría asegurada el agua al menos para 3 días seguidos.

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     Primer depósito de 30 m3 de capacidad, situado en el cerro cercano al de la Encarnación. Ahora se utiliza como establo. La foto está hecha al lado del pozo de “Las Cadenas”.

“Ir a por agua” obedece a una concepción que seguía estos principios:

  1.      Se va a por agua a una fuente diferente al pozo de casa debido a que la mayoría de estos pozos están edificados en zonas de pizarra que carecen de manantial y sólo se utilizan al modo de aljibe.
  2.      La cantidad media diaria que se impone para un hogar normal es el de un cántaro por familia y día. Con 16 litros diarios se bebe y se cocina, que son los dos usos notables del agua de los pozos públicos. Lavar la loza, fregar los suelos, beber los animales,… son usos asegurados por el agua de los pozos de la propia casa. Incluso para hacer la colada semanal se ha de ir a pozos situados en la zona de subsuelo granítico por ser aguas blandas.
  3.      El recipiente que almacena el agua bebible es la tinaja, que suele contener como dos cántaros y se encuentra en la cocina. Se cubre la tinaja con una tapadera de madera, sobre la que siempre hay un vaso con asa que todo el mundo utiliza para beber. Al lado de la tinaja están también los cántaros. Aproximadamente se almacena agua como para tres o cuatro días.

     Estos ritos, usos y cuidados, evidentemente, no garantizan la salubridad del agua. Por lo cual, poco a poco, la ciencia médica impone sus observaciones y evidencias y comienza a hacerse perceptible el mensaje de que muchas de las enfermedades pueden transmitirse a través del agua que se bebe o a través de los alimentos tomados con manos que no se han lavado. Surge así la nueva concepción del uso del agua, que ha de ser canalizada y tratada para garantizar la potabilidad.

     De este modo, se concibe para Casar de Cáceres un nuevo servicio público de facilitación del agua que tiene estas características:

  • Potable, lo que implica un tratamiento químico que puede adulterar el sabor.
  • Almacenable, lo que requiere un depósito con capacidad muy superior a la de los pozos más notables.
  • Distribuible, lo que implica el nacimiento de una red de tuberías que repartirán el agua por toda la localidad.
  • Controlable, lo que implica el nacimiento de sistemas de cómputo de uso para hacer frente a los gastos según consumo.

     La Guerra Civil destroza todas estas previsiones que sólo vuelven a recuperarse bien entrados los años 50 del pasado siglo. Afrontándose con el seguimiento de los estudios y propuestas de aquellos técnicos del Ministerio de Fomento que proyectan ampliar con grutas y galerías uno de los pozos que tiene un manantial abundante y permanente como es el Pozo de las Cadenas. Se aprovecha la ampliación subterránea de este pozo dada la proximidad a un promontorio cercano al cerro de la Encarnación, lugar donde se construye el primer depósito reservorio de agua que, una vez clorada, descenderá por tuberías hasta la población.

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Pozo de las Cadenas, dotado de galerías suplementarias para aumentar su capacidad. Se utilizó para cebar el primer depósito.

     Las personas de edad avanzada conocen bien la diversidad de criterios a la hora de evaluar el nuevo servicio público. Durará pocos años. En primer lugar porque la rutina de ir con el cántaro a la fuente para beber no desaparece y en segundo lugar porque el sabor del agua del pozo preferido no la trae el nuevo sistema de tuberías y grifos. Este intento del primer depósito cebado con el pozo de Las Cadenas tiene poco recorrido.

    Superada la década de los 60, Casar de Cáceres también se caracteriza por una explotación desmesurada de ganado vacuno destinado a la producción de leche. La red de distribución no está contemplada para extenderse alegremente por las numerosas parcelas y cercados para así garantizar el agua para el ganado. Es entonces cuando se descubre que el subsuelo de la tierra de barros es muy generoso en aguas subterráneas lo que provocó la explosión de pozos de sondeo. Por el contrario, en las tierras de arena, el sondeo apenas tiene éxito y tan sólo cabe esperar suerte en los pozos artesanos de escasa profundidad. Esta circunstancia sofoca el tremendo problema que aparece cuando la cabaña de ganado vacuno aumenta extraordinariamente en la década de los 70 y se precisa gran cantidad de agua para abrevar el ganado.

      Estas consideraciones y justificaciones, se plasman en un proyecto para construir un embalse de abastecimiento capaz de superar en miles de veces la capacidad de aquel primer depósito de los 30 m3 pensados para el consumo de 3 o 4 días. Con la afirmación de un ingeniero redactor y conocida las condiciones pluviométricas de la zona, aún en el más seco de los años, con tan sólo un trimestre de lluvias habituales, el pantano proyectado albergaría reservas suficientes para atender a las necesidades de la población de Casar de Cáceres. Tanto a su zona industrial como de segundas residencias, a sus zonas de ocio, piscinas, deportes,…»para al menos tres años». Corría el año de 1972.

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Pantano viejo. Construido en los años 70. En la actualidad se utiliza como reservorio complementario del pantano nuevo y como embalse para la práctica de la pesca.

Quizá no se previó que abrir el grifo para regar o fregar los suelos es mucho más cómodo que sacar el cubo del pozo. Así los cálculos quedan ridículamente estrechos y el consumo del agua se eleva de manera extraordinaria: si por los años cincuenta una familia requería unos 300 litros al mes, en la década de los 70 se precisan al menos 6000 mil; unas 20 veces más para la misma familia y para el mismo tiempo.

     No siendo el año 77 un año seco, en los años siguientes conoce Casar de Cáceres una sequía extraordinariamente grave que dura unos tres años y que ni siquiera puede remediarse con restricciones continuas de agua. No olvidan los casareños que fue la época en la que la instalación de un depósito complementario se hacía necesario para almacenar el agua cuando las horas de no restricción dejaban pasar el agua a los domicilios. Debido al gravísimo problema de la falta de agua, en 1983 comienza a surtirse Casar de Cáceres del agua embalsada del nuevo pantano.

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Pantano Nuevo construido desde el 1983.

      Al final de los años 90, el consumo medio asciende al escandaloso dato de 189 litros por habitante y día, cifra que en la actualidad es algo más baja pero que refleja la diferencia abismal en relación a la media vital que requiere una persona para beber: 1,80 litros al día. O sea, nuestra dependencia del uso del agua era 100 veces menos hace 70 años o 100 veces más en nuestros días, según se mire.

      En esta historia se ha de contemplar la exigencia racional de la depuración de las aguas usadas. Cuando el uso del agua se reducía a las necesidades de beber, cocinar, fregar la casa y hacer la colada, las acumulación de sustancias que acompañaban al agua que se vertía al ambiente, no suponían agresión significativa para el resto de seres vivos del ecosistema humano pero cuando la actividad industrial se desarrolla al abrigo de la química, la agresión medioambiental es permanente.

   En nuestra historia, cuando domesticamos el agua en depósitos y tuberías que se extienden por doquier, favorecemos tanto el poder de limpiar como el poder de ensuciar y se muestra tozudamente necesaria la necesidad de devolver a la Naturaleza el agua usada pero en condiciones de salubridad ecosistémica, es decir, que no cause daño al complicado equilibrio de la diversidad de las especies de flora y fauna, que no cause daño al ecosistema.

    Aparejado a las construcciones de los embalses destinados al abastecimiento del agua, se exige tanto la compleja instalación de las estaciones potabilizadoras (ETAP) como las instalaciones destinadas a la depuración de aguas residuales (EDAR). En el caso del primer pantano, apenas se produjo la vigilancia y observancia por verter las aguas residuales con garantías medioambientales.

     Hasta la década de los 80 cuando se implantan y generalizan los sistemas de tratamiento de aguas residuales. Al menos podemos afirmar esto en el uso del agua de los núcleos urbanos y constatamos que queda mucho por hacer y agradecer al ambiente que tan espléndidamente nos permite el uso del agua.

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